María Inai, dirigenta del MOP: “Llevo en la sangre ese gen de ser dirigente, de defender, y no tenerle miedo a nada”

  • Se acerca el 8 de marzo, fecha en que conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Por eso, y en forma de homenaje a la mujer trabajadora, Diario El Aijtador conversó con diversas mujeres que inspiran en nuestra región.

María Inai (59) es secretaria y dirigenta en la Federación Nacional de Asociaciones de Funcionarios del MOP, (FENAMOP) y la Asociación de Funcionarios de la Dirección de Arquitectura.

La trabajadora pasó gran parte de su infancia en Río Bueno, donde comenzó a trabajar cuidando niños desde los 12 años. Desde temprana edad debió balancear jornadas extensas de trabajo, con los estudios y los quehaceres del hogar.

Hija de un padre mapuche, desde pequeña aprendió las preparaciones típicas como la harina tostada, los catutos y el muday. “Tu me tiras en un campo con un animal y no me voy a morir de hambre” (ríe).

Discriminación racial

Más allá del trabajo, la dirigenta debió enfrentarse a otras difíciles situaciones en su niñez. “Yo sé lo que es ser maltratado, sé lo que es ser acosado sexualmente, me supe defender siempre de las personas donde iba a trabajar. Me tocó vivir un mal momento en todos esos aspectos. Porque yo era morena, me trataban de india, me ponían sobrenombres en el liceo”, relata. Sin embargo, agrega que “con cierta sapiencia de la vida me di cuenta de que ser indígena era una honra”.

Logró, con mucho esfuerzo terminar el liceo y un secretariado. “Salí escribiendo sin mirar el teclado, que para muchos es una admiración. Yo miro el teclado y me pierdo”, cuenta la trabajadora. Luego, por los años 80′ entró al Ministerio de Obras Públicas en una práctica laboral, y no salió más.

La escuela de la dirigencia

Al poco tiempo de ser contratada por el MOP fue que le propusieron ser dirigenta. Aceptó, sin saber muy bien en que consistía. “Ser dirigente es otra escuela. Tu no descansas. Hay que aprender leyes, y el funcionamiento de la institución. Empecé a escalar y llegué a ser una buena dirigente”, cuenta con orgullo la trabajadora.

Una inspiración muy importante en este rol para la trabajadora son sus padres. Particularmente su padre, ya que también fue dirigente, y creó el sindicato para los trabajadores electricistas en la región. Luego, con la dictadura y la persecución hacia dirigentes gremiales, debió esconderse. “Llevo en la sangre ese gen de ser dirigente, de defender, y no tenerle miedo a nada. De estar ahí, y atajar goles frente a la gente déspota o maltratadora”, cuenta la mujer.

“El funcionario que es mal funcionario, es mal dirigente”

Sobre los aprendizajes más importantes que la dirigenta ha tenido en todos estos años, la trabajadora cuenta que uno muy importante es que “el funcionario que es mal funcionario, es mal dirigente. Lo he comprobado muchas veces. He visto muchos casos de dirigentes que por un fuero gremial toman el cargo. No sirve porque no van a defender al trabajador, solo a si mismos”.

Sobre lo mismo, la dirigenta rescata el valor de escuchar a los demás. “Tienes que tener un trato y un tacto distinto. La capacidad de recibir, y ser buena receptora, porque va gente a llorar contigo, a contarte sus problemas. A lo mejor no te está pidiendo que hagas nada, pero el solo hecho de escucharla tu ya la estás ayudando, ya estás cumpliendo tu rol como dirigente”.

Redacción: Manuela Barrueto