Rosa Ormeño junto a su madre

“Cumplí un deseo que tengo desde que era muy pequeña”: las historias tras la ley de cambio del orden de los apellidos

Este martes comenzó a regir la ley que permite a los chilenos invertir el orden tradicional de los apellidos. La legislación permite que de común acuerdo los padres determinen el orden de los apellidos de sus hijos al inscribirlos. Asimismo, los mayores de edad podrán por una sola vez cambiar el orden de sus apellidos. El trámite administrativo es gratuito, y se realiza en las oficinas del Registro Civil.

Con la publicación de esta ley han surgido diversos testimonios de quienes harán uso de ella. Algunos optan por la nueva legislación simplemente porque prefieren un apellido por sobre el otro. En otros casos, se busca honrar el rol de la madre, por sobre un padre que no estuvo presente. Este último es precisamente el caso de las 3 mujeres cuyos testimonios, por azar, se recogen en esta nota. Experiencias de vida que dan cuenta de la importancia que esta legislación tendrá para las vidas de los chilenos y chilenas.

La primera ariqueña en realizar el trámite

Carolina Pérez Fuentes tiene 30 años, es asistente social de profesión y vive en la ciudad de Arica. Carolina cuenta que el martes, en cuanto vio la noticia de que la ley había sido aprobada, ingresó de inmediato al sitio web del Registro Civil. Allí realizó los primeros trámites, y pidió hora para acudir a las oficinas a realizar el procedimiento, que finalmente concretó ayer.

Con ello, se convirtió en la primera ariqueña en poder realizar la solicitud para el cambio de apellidos. Es un proceso que para Carolina era muy esperado, e incluso hace unos meses ya había comenzado. Ya que hace un tiempo se decidió a comenzar a firmar como Carolina Fuentes, buscando adaptarse y acostumbrarse a una nueva identidad, pensando que en algún momento realizaría el cambio legalmente.

Carolina junto a su madre.

La asistente social cuenta que cumplió “un deseo que tengo desde que era muy pequeña”. Carolina, que fue criada por su madre, vio en este proceso la oportunidad de “cerrar una etapa que tenía un significado de mucho abandono, de sufrimiento”. La mujer agregó que el proceso ha conllevado un significado muy importante a nivel emocional. “A mis 30 años puedo decir que cierro una etapa, cierro un ciclo, y queda atrás todo lo que conlleva llevar ese apellido”, relata.

Una forma de protesta contra el machismo

Carolina agrega que es también una forma de “honrar y también agradecer todo el esfuerzo y toda la entrega que realizó mi madre”. Además, señaló que se trata de una forma más de “poder derrocar el patriarcado y protestar en contra del machismo que nos impuso llevar primero el apellido paterno”.

Reconocimiento a la madre soltera

Magdalena Cantillana Llanos tiene 20 años y estudia periodismo en la Universidad Diego Portales de Santiago. Magdalena cuenta que ya hace más de 5 años tenía la idea de cambiar sus apellidos. La joven cuenta que su madre “ha sido madre soltera, me ha criado sola y esa es la principal razón tras mi decisión”. La estudiante concibe esta determinación como un reconocimiento y un honor a su madre.

Además, agregó que su apellido materno es el que verdaderamente la caracteriza e identifica. “Pretendo hacerlo muy luego, yo diría entre enero febrero, para poder ser pronto Magdalena Llanos, que de hecho hace varios años es el nombre social por el cual soy conocida”.

Magdalena y su madre

Desde su visión, esta nueva legislación no sólo “honra mucho más a las madres”. También es un gesto que avanza en la igualdad entre hombres y mujeres, y finalmente, “es un reconocimiento muy importante, sobre todo en casos como el mío”, agrega.

La estudiante cuenta que aunque desde hace años buscaba realizar este trámite, tenía como tope el hecho de que era muy engorroso y caro de realizar, debiendo contratar un abogado, con el gasto que aquello significa. Por lo mismo, valoró el hecho de que sea un procedimiento fácil y gratuito.

“Llevar el apellido de quien ha estado siempre conmigo”

Rosa Ormeño Soto tiene 26 años y trabaja en una agencia de publicidad de Panguipulli. Rosa cuenta que decidió invertir sus apellidos principalmente debido a la mala relación que mantiene con su familia paterna. “Es una familia que me ha hecho mucho daño, y ha encubierto situaciones de acoso y violencia”. La joven relata que ya se encontraba cansada de ver ese apellido en cada momento, por ejemplo, a la hora de firmar documentos.

La diseñadora gráfica se crió con su madre y su padrastro desde que tenía cerca de 14 años, cuando su padre la echó de la casa. “Mi mamá y mi padrastro son mi mayor apoyo, me han dado todo (…) es importante para mi dejar de llevar el apellido de una familia que me ha abandonado, y llevar el de la persona que ha estado primeramente siempre conmigo; mi mamá”, agregó.

Rosa junto a su madre y familia

De hecho, es una decisión que tenía planeada hace bastante tiempo, pero no había llevado a cabo tanto por el costo económico como falta de tiempo. “La decisión la tengo tomada hace mucho tiempo (…) Para mi llevar este apellido no es cómodo, a veces incluso omito mi apellido. Al final, quienes me conocen me llaman por el apellido de mi mamá”, relata.

La joven agrega que aunque con el cambio su nombre “no va a sonar tan bonito, no va a juntar ni pegar”, es una decisión que la deja muy tranquila mentalmente. “Eso es más importante que cómo va a sonar o lo que van a decir los demás”, agregó.

“Con esto al fin voy a poder cerrar una etapa muy fea de mi vida”

La joven diseñadora finalizó señalando que “es algo que me aliviana mucho la carga mental, me deja mucho más tranquila, y al final eso es lo que busco, estar tranquila y feliz. Siento que con esto al fin voy a poder cerrar una etapa muy fea de mi vida, y dejar atrás a un sector que personalmente me ha hecho mucho daño. Entonces lo hago por eso, por salud mental, por mi. No por hijos, ya que no está en mis planes”.

Redacción: Manuela Barrueto