Por Daniel Carrasco

Cuando comencé a saber, a conocer la historia de la humanidad, a entender los procesos sociales que se han gestado a lo largo de la experiencia humana en este mundo, una de las constantes fue, por lo menos en el último periodo- y que de cierta manera ha sido inspirada en grandes pensadores de la primigenia de lo conocido- es la lucha por la libertad. El poder establecer organizaciones sociales, donde la igualdad y la equidad, sean motores de desarrollo, tanto a nivel individual, como colectivo.

Dentro del concepto de libertad, John Stuart Mill en su ensayo “Sobre la libertad”, estableció una visión de éste, que refiere muy someramente, que las libertades individuales finalizan cuando comienzan las del otro. Aquí podemos incluir otro concepto como lo es la soberanía individual, que se acuña en muchas constituciones de diferentes países, como garantía y derecho a que una persona pueda determinar su existencia, asumiendo una responsabilidad frente a sus acciones, ya que éstas no pueden atentar en contra de otro.

Todo lo mencionado anteriormente, ha sido la forma que se ha establecido nuestra actual cultura, señalada tanto por las autoridades políticas, como las religiosas, filosóficas y jurídicas, cimentadas por procesos de reflexión y búsqueda interna, por grandes mentes del pasado, que han buscado la verdad de nuestra existencia.

DESCONEXIÓN

Hace poco, tuve la oportunidad de ver parte de un documental, llamado “TESTIGO DE OTRO MUNDO”, el cual relata una experiencia de un joven guaraní.

En él, hubo una serie de entrevistas a ancianos de una aldea, en Paraguay, que no recuerdo en este momento su nombre– pero lo pueden buscar en Prime Video- y uno de ellos, dijo que nuestra sociedad estaba distraída, cegada por lo superficial, y que ya no buscaba entender lo trascendental.

En este punto, y si nos detenemos a pensar, el cómo llevamos nuestras vidas, que hacemos, si en realidad somos dueños y soberanos de tomar nuestras propias determinaciones, creo y observo, que día a día nos dicen que comer, que mirar, que leer, a donde ir, que estudiar.

Pensarás que estoy hablando pelotudeces, y que al final del día eres tú, quien decide qué hacer con su vida. Pero te invito a hacer el ejercicio de preguntarte, si estás realmente donde quiere, haciendo lo que una vez imaginaste cuando niño. También, podemos incluir en este breve cuestionario, si las personas con las que te rodeas, son realmente con las que mereces estar; ya sea esto por convicciones, creencias, avenencias y un largo etc.

Creo que hay que reconocer, que nos hemos “achanchados”, que siempre estamos a la espera de que otro haga por uno. Nos hemos vuelto dependientes de cosas que no siempre podemos obtener – hablo de tecnologías, enseres; por otra parte, emociones, experiencias, que de una u otra manera, son implantadas por el medio, para que sigas la corriente y creas que esa es la mejor manera de llevar una vida que, a simple vista, no tiene sentido.

Se ha hecho un mantra la expresión: “Hay que gozar la vida, porque es una sola”. A través de este concepto, creo sinceramente, que nos hemos perdido en el deseo simplón de acumular cosas, personas, likes, experiencias (que las propias redes sociales, a través de revistas de tendencias, nos sugieren). No digo que esto sea malo, o que haya que caer en estados de meditación constante, para tratar de emular una espiritualidad, que se conjuga con la realidad carnal. No, lo que digo es que, creo que el equilibrio es fundamental. Por algo existen, y debemos experimentarlos como parte de nuestro aprendizaje.

DISTOPIA

Estamos en tiempos complejos, donde lo que describo líneas arriba, se ha  transformado en el modus operandis de todos nosotros.

En mi calidad de profesional de las comunicaciones, he visto y he investigado, todo el proceso de esta crisis sanitaria. Buscando estadísticas, información detallada; he contrastado y he tratado de ponerme en todos los aspectos que ha desarrollado la situación que vivimos desde hace 16 meses.

Y la verdad, es que no puedo caer en el juego de la gran mayoría de los comunicadores, que han ayudado a informar a la comunidad, acerca de lo que es esta pandemia, y como debe manejarse. Entiendo que muchos tengan miedo. Comprendo que un número importante de ellos – al igual que muchos chilenos- estén realmente atemorizados, por este virus. Que la complejidad del actual sistema socio-político-económico, donde vas al supermercado y te encuentras que las cosas están todos los días más caras, no permita que nos detengamos a reflexionar.

También comprendo a quienes piensan y sienten que esto es realmente verdadero, y que las autoridades de gobierno, hacen todos sus esfuerzos para contrarrestar, este virus, y que la población tenga lo necesario para estar segura.

INCONGRUENCIA

Aquí, yo los vuelvo a invitar a hacer un nuevo ejercicio.

Todos saben lo que sucedió el 18 de octubre, y las razones por las que se originó. Que unos piensen diferentes teorías, sean ciertas o no, el punto es que la realidad del país, estaba siendo soslayada por un gobierno y una casta política, que más allá de garantizar lo que el pueblo necesita- ya que para eso se pagan impuestos- se reía en su cara y otorgaba leyes, descuentos, compensaciones, “perdonazos”, clases de ética; sumado a contrabando de personas (haitianos) y tantos otros “chanchullos” más, como los “pacogate”, “milicogate” y cuanto “gate” se te puede ocurrir.

Poniéndonos en ese contexto, lo pueden extrapolar a nivel mundial, donde las mismas clases políticas y poderes económicos – que son de paso, los dueños de medios de comunicación, bancos, farmacéuticas, empresas alimentarias, armamentistas (que te dicen que pensar, que hacer y cuál es la moda de turno) hacen todo esto también.

En qué parte de eso – donde esas personas sólo buscan su interés personal y el mantenimiento de sus “privilegios”- ves tú, que ellos estén apostando a tu seguridad, en todo nivel.

VOLUNTARIEDAD OBLIGADA Y DOCTRINA DEL MIEDO

Nos han dicho que con la vacunación masiva, vamos a sortear una pandemia – que dicho sea de paso, su concepto fue modificado por la OMS en el 2009, definiéndolo desde una extensión territorial, y no desde una afectación; lo que son conceptos completamente diferentes, no excluyentes- donde más del 90 % de la población lo ha llevado bien, en más de un año, con su sistema inmunológico. Donde más del 95% de los que se han enfermado, se han recuperado, muchos de ellos, sólo guardando reposo.

Se nos dice que debemos ser empáticos con nuestros seres queridos. Que debemos cuidarnos para que nuestros adultos mayores no corran peligro. Todo el día en la televisión, canales oficiales, hablan de la crisis sanitaria; que nos vamos a morir; que es súper contagioso, y todo el rezo que ya sabemos de memoria.

Y así, nos bombardean de miedo, de incertidumbre, de violencia. Prometen ayuda que no llega a tiempo. Nos obligan a ocupar nuestros ahorros, ya que ellos, se embolsaron los más de 26 mil millones de dólares, que les dio el Fondo Monetario Internacional, en abril del año pasado, con el supuesto objetivo de proteger la economía nacional. Amarrando así al gobierno, a seguir el amén a las determinaciones y recomendaciones de esta organización, que colinda con la otra famosa del baile, la OMS.

Dentro de estos días, se actualizan las medidas anunciadas por las autoridades de gobierno, en el Plan Paso a Paso. Donde el bendito “Pase de Movilidad” viene a desestructurar la conformación de esta enredado social.

Acá, quienes no han querido realizar este proceso- ya sea por convicción, prescripción médica, temor, o cualquier otro argumento, que sea sustentado en la libertad y soberanía individual- poco a poco, se transforman en sujetos de segunda categoría; que se puede graficar en lo que sucede actualmente en la capital del país, donde se destina los espacios cerrados a quienes han decidido “voluntariamente” vacunarse; y por otra parte, los que no, relegados a la calle, afuera.

Esto también, me imagino yo, llegará a supermercados, farmacias, cines, centros comerciales, gimnasios, redefiniendo los procesos sociales, y marginando a un segmento de la ciudadanía.

ILEGALIDAD

Esto, por si no lo saben, es algo ilegal e inconstitucional. La Constitución chilena en su artículo 19 Nº 6, asegura a las personas: “La libertad de conciencia, la manifestación de todas las creencias y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público”. Además, según lo dispone el artículo 18 de la Constitución Política, nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.

Junto con esto, hace poco el Tribunal Constitucional dijo en cuanto al artículo 318, del código sanitario, la que hoy todos rezan, que las sanciones cometidas a éste, son constitucionalmente “defectuosas”. El artículo 19, Nº 3º, inciso 9º de la Constitución, asegura a todas las personas que “ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente descrita en ella”

A lo largo de este tiempo, he podido conversar en varias oportunidades con gente de la calle, autoridades, dirigentes sociales, gremiales, los que sumados a personas que conozco, les he consultado acerca de lo que entienden y ven de esta situación. Muchos concuerdan conmigo, otros disienten, pero hay un grupo importante que dice no creer en esto, y que se han debido vacunar, porque desde sus jefaturas, les han obligado a hacerlo, por su supuesto compromiso con la sociedad, y bla bla bla.

Usted vuelva a preguntarse, qué parte de voluntariedad conlleva esta vacunación. En qué momento usted decidió por sí mismo, hacer o no hacer todo lo que se ha detallado en este breve espacio. Algunos, de frentón decidieron hacerlo, motivados por muchas razones, a las que no soy quien para rebatir. Pero otros tantos, sucumbieron al chantaje, al miedo, a la inseguridad de perpetuar sus trabajos, ya que la situación está crítica en ese sentido.

OLGUITOS Y OLGUITAS MARINAS

Aquí también entran quienes desean a toda costa, volver a salir, carretear, disfrutar porque es viernes “y mi cuerpo lo sabe”, cayendo nuevamente en la ilusión del control de nuestras vidas. Siendo que, sinceramente, caerse al “litro” todos los fines de semana, porque “me lo merezco”, porque “trabaje como burro” todo el día, no creo que sea el factor que nos impulse a cambiar las cosas que vivimos actualmente, y por las que muchos perdieron los ojos durante la revuelta social.

Ahora, estamos ad portas de tener dos tipos de personas; en materia social me refiero – con sus regalías por  buena conducta y ser “empático” con el de al lado; siendo que en la realidad, son muy pocos los que hacen algo por otros, sin esperar nada a cambio- donde el sistema y nuestros gobernantes (TODOS, SIN EXCEPCION), arbitrariamente, han decidido por ti, establecen quienes sí y quienes no, atentando contra la legalidad de este país – que independiente que algunos (y ustedes saben quiénes son) se lo pasen por abajo- en nuestro país, TODOS somos iguales ante la ley (Articulo 57 del código Civil, y Articulo 19, inciso 2 de la Constitución Política de Chile).

Lo que me resulta más complejo, es que para hacer valer esto, debemos nosotros buscar la manera de sustentarlo (Recursos de Protección), para quienes aún creen en la libertad.

TRASCENDENCIA

Entonces me pregunto, si quieres ser testigo silente de lo que estamos dejando pasar. Donde este gobierno ha incurrido en un completo desentendido de lo jurídico y de lo que esto le permite. Dejaras que otros piensen y sientan por ti, como lo dijo Sebastián Piñera, durante la presentación del 5G el año pasado, aludiendo a las máquinas. Se ha preguntado por qué el senador Guido Guirardi habla ya de “neuro derechos”.

Creo que debemos salir un poco de esta vorágine, aunque sea ´por un momento, y veamos hacia dónde vamos con este tipo de determinaciones, que claramente, va dejando bien poco a la propia libertad de ser, elegir y hacer.

No dejan de hacer eco las palabras del periodista que realizó el documental, que les comenté líneas arriba, donde dice, haciendo referencia a estas tribus guaraníes: “Lo sobrenatural, es natural para ellos. Me confesaron que el hombre blanco no se acerca a ellos, para indagar en los secretos de la vida. Tal como sentenció Plutarco: ´Ustedes están distraídos. Estas simples palabras resonaron en mi cabeza: cómo es que nadie se interesa por lo trascendental. Nadie se pregunta porque respiramos, qué hacemos en esta tierra; cómo podemos ayudar al otro. Estamos distraídos; ello lo saben, y sólo nos observan”.