“En su curso hay otros papás que tienen que ir hasta el centro para sacar las copias impresas porque no tienen computador o impresora. Entonces eso de quedarse en la casa no se puede cumplir” Loreto Corona, apoderada de la escuela Pelluco.

“Los papas se esmeran en que se pasen los contenidos, cuando en realidad lo que más ayuda a los niños son los contenidos de la vida.  Aprender a vivir la vida” Patricia Tricalloti, profesora de lenguaje.

“Mi mamá hace de profesora y siento que es un peso más para ella porque como hace las cosas de la casa, prepara la comida.  Debe ser súper agotador además estar imprimiendo las guías…si tiene que hacer tantas cosas más” Rafaela Vergara, estudiante de quinto básico.

Fueron pocos días los que tuvieron las instituciones educacionales para implementar sistemas a distancia que llegaran a cada alumno y alumna, desde la escuela y hasta cada hogar.  Único resultado posible: caos.  El desorden y ahora la idea de adelantar vacaciones es algo que vuelve a confundir y solo logra poner sobre la mesa las enormes desigualdades existentes en materia de Calidad de la Educación.

Hoy, vemos padres y madres intentando ayudar en los procesos educativos a sus hijos e hijas y docentes haciendo magia para lograr integrar a todos y todas en el desafío, casi titánico, de educar en la distancia.  Entre páginas de google,  hectáreas de hojas impresas con guías que se pierden en el ciberespacio…preguntas sin respuestas, whatsapp plagados de tareas, class room, class room: no funciona, se cae, el sistema no da abasto.  Imprime, imprime, imprime.  Al final de todo esto: estudiantes que miran atónitos cómo sus padres son hoy sus profesores.  Así comienzo este relato del que no soy ajena.  De hecho he intentado terminar este párrafo casi tres veces, mientras me preguntan cuáles son los adverbios y que diferencia hay entre paralelos y meridianos.

Elajitador.cl se internó en el cotidiano que viven los involucrados y afectados con estas medidas.  Profesoras, madres y niñas nos narran las complicaciones que enfrentan a diario.  Como Rocío Martínez, que tiene 10 años y cursa quinto básico, en la escuela Pelluco.  “Las horas se le vuelven eternas en el día.  Menos mal ha estado bueno el tiempo y eso mejora todo.  Imagínate si lloviera” nos relata Loreto Corona, madre de la pequeña, mientras entra leña desde una carretilla. Ella trabaja en labores agrícolas y compatibiliza ahora estas tareas con las de apoyar en los estudios a su hija “Yo le ayudo pero igual se aburre y hay cosas que uno tampoco entiende” nos indica.   Mientras entra los pesados palos, nos cuenta que ha impreso muchas hojas y que a veces no sabe bien como entusiasmar a Rocío para que haga sus tareas “es que no quiero pelear con ella, encima yo tengo que trabajar. Ordenar la casa, ayudar a la Rocío y mil cosas más. En su curso hay otros papás que tienen que ir hasta el centro para sacar las copias impresas porque no tienen computador o impresora. Entonces eso de quedarse en la casa no se puede cumplir” relata Loreto.

Lo que vive Loreto es una de las caras de esta moneda.  Por el otro lado, tenemos docentes que intentan, poniendo todo de sí, implementar sistemas efectivos de enseñanza, que permitan llevar el proceso de aprendizaje a cada casa donde se encuentre una pequeña Rocío.  Es el caso de Patricia Tricalloti, profesora hace más de 25 años de Lenguaje que hoy se enfrenta a esta nueva realidad, gatillada por la crisis sanitaria del Coronavirus.

“Lo que esta ocurriendo actualmente es que observamos cómo se ahonda aún más la brecha entre la educación privada y la municipalizada.  Por lo que significa tener computador e internet en la casa.  Y no sólo tenerlo sino que además saber cómo utilizarlo.  Ha sido un enorme desafío idear estrategias que te permitan el feed back que se provoca de manera presencial.  ¿Cómo lo logras en la distancia? Han sido muchas horas pensando como lograrlo” nos aclara la docente.

“Este es un desafío para nosotros los profes.  Eso es lo positivo.  En esta nueva forma de hacer educación se pierde uno de los elementos más importantes que es estar con los alumnos.  Porque la educación no es entregar conocimientos en línea sino que tiene que ver con otros factores como el contacto, la emoción, los contextos, la relación entre pares.  Eso ha sido muy difícil” señala.

“Todos los colegios debieran tener los libros que entrega el Ministerio, que son muy buenos.  En vez de estar buscando y haciendo guías, porque no todas las familias cuentan con los recursos para imprimir guías…se podría dar uso a la televisión que es un medio masivo.  Tanto la nacional como la local. Así se hace una sola línea de trabajo.  Sería más entretenido para los alumnos y alumnas.  Seguimos estando con personas que toman decisiones súper erradas, totalmente fuera de contexto” sentencia Tricalloti.

Es difícil para los papas. Imagínate que muchos no conocen los contenidos.  Los papas se esmeran en que se pasen los contenidos, cuando en realidad lo que más ayuda a los niños son los contenidos de la vida.  Aprender a vivir la vida.  Esta pandemia nos da la oportunidad de aprender. Los papas no deben ahogarse tanto.  Enseñar a hacer tareas domésticas, a aportar y ayudar en hábitos básicos, valores pequeños que muchas veces pasan desapercibidos.  Cómo aprender a vivir con poco, con lo que tenemos.  Los contenidos van a venir, quedan muchos años por delante.  No es tanto de conocimientos de libros sino que de conocimientos de la vida.  Enséñele a hacer pan, por ejemplo” nos dice Patricia.

Me gustaron sus palabras.  Creo que disminuye la angustia saber que si no se pasan todos los contenidos el mundo no se termina.

Rafaela Vergara es una pequeña de 10 años de edad.  Cursa quinto básico y sabe muy bien por qué se encuentra sin posibilidad de asistir al colegio y ver a sus amigas “Yo estoy en la casa, por lo del coronavirus, es una enfermedad que puede ser mortal pero se puede tratar.  Están buscando algo para remediarlo, ahora están a puro paracetamol, a puro alcohol gel y esas cosas” nos relata con seguridad en sus palabras.

“Yo en mi casa lo he pasado regular y con esto de hacer las guías, imprimir las guías no es una libertad que todos tenemos.  Por ejemplo mi mamá se tuvo que comprar un computador porque ella no tenía.  No me cuesta tanto, porque mi mamá me explica.  Es aburrido porque no tengo con quien hablar ciertas cosas.  El colegio también te entrega la socialización, porque en el colegio uno conversa con los compañeros y compañeras.  Eso ya no se puede hacer.  Mi mamá hace de profesora y siento que es un peso más para ella porque como hace las cosas de la casa, prepara la comida.  Debe ser súper agotador además estar imprimiendo las guías…si tiene que hacer tantas cosas más” agrega.

“Yo creo que ahora tengo menos que estudiar. Siento que ahora es menos.  Lo que me enseña mi mamá en 5 minutos, en el colegio son como dos horas.  Todo lo alargan más” concluye.

La escuela en casa, escolares en tiempos de cuarentena por Elajitador

© Foto: Xiamara Santana

Redacción Elajitador.cl