Columna de Opinión del Periodista Daniel Carrasco
Las cosas están complicadas en un sentido y en otro, y en otro. Bueno, en realidad está la “escoba”, y no sólo en nuestro país, sino que en el globo en general – o bien, es lo que se puede vislumbrar a través de la prensa “oficial”, y que relata una situación de precariedad económica, falta de trabajo, precarización de las economías locales, privación de las libertades individuales, y así, un número de situaciones que incitan a pensar que, difícilmente volveremos a el “estilo” de vida que manteníamos hasta principios del año pasado.
El miedo y la incertidumbre ya están implantados en el subconsciente de un importante porcentaje de la población, que mira angustiado las noticias del mediodía; donde escucha como sus autoridades de gobierno, les indican que deben pensar, que deben hacer y como tienen que comportarse para que las estadísticas nacionales, regionales, locales, muestren una disminución en el avance de esta pandemia.
Hay ciertas cosas que, desde que comenzó todo esto, producen en mí, una serie de dudas frente a lo que es esta crisis sanitaria, y el accionar de las autoridades, los que han dado palo ciego en el manejo de la pandemia, improvisando medidas, que en muchos aspectos no se entienden.
Digo no se entienden, porque si yo- como estado- le indico a la comunidad que hay que resguardar medidas sanitarias para que no haya una masividad en los contagios; ordeno protocolos y dentro de ellos está la disminución del tránsito de las personas, el funcionamiento exclusivo de los negocios o empresas de primera necesidad, enviando al resto de la población a guardarse en sus casas; tengo la obligación de implementar todas las acciones necesarias para resguardar la integridad física, económica y de salubridad de mis ciudadanos.
Al parecer, el actual gobierno descanso en el clamor popular, no dejando más opciones a los chilenos que hacer uso de sus ahorros previsionales, que ya en un futuro serán irrisorios, como la opción para hacer frente a todas las implicancias que significaron las restricciones impuestas por el ejecutivo.
Fueron dos retiros, y en este minuto existe una tercera propuesta. Y el estado brillo por su ausencia, puesto que los bonos IFE, COVID, BONO CLASE MEDIA, fueron los voladeros de luces en ayuda económica para la ciudadanía, ya que un porcentaje muy pequeño pudo acceder a estos. Ni hablar de los emprendimientos y la supuesta ayuda de los créditos FOGAPE – donde sólo un 20% de las PYMES lograron obtenerlo-.
Ya pasamos el 2020, y entramos a cerrar el primer trimestre del año, con más incertidumbres y reclamaciones, ya que el aporte estatal ha sido escaso, pese a que, en marzo, del año pasado, el gobierno anuncio que se había optado a un crédito al Fondo Monetario Internacional de más de 20 mil millones de dólares, los que fueron entregadas a la banca, para que ellos la “administren”. A todo esto, ¿y qué pasó con ese dinero?
Junto con este cuestionamiento, se viene a mi mente otra interrogante. En diciembre del año pasado, se anunció por parte del ministerio de salud, la compra de 36 millones de dosis de vacunas Pfizzer, con el objetivo de asegurar las dos dosis -que se deben inocular para que obtengas la inmunidad-, pero no se detalló cual fue el costo de esta operación (busqué en artículos anteriores publicados en la prensa, y es un dato que no se indica).
Hay que conjeturar, que la compra de estas vacunas, a través de un organismo estatal, se realiza con dinero de las arcas públicas, por lo que se subentiende que es de todos nosotros. ¿Quién gana con estas adquisiciones?, pues la respuesta es súper simple: grandes conglomerados como lo son las farmacéuticas. Quién está detrás de ellas; grandes conglomerados financieros, que recaen finalmente en un par de tipos.
Ahora, estamos en pleno proceso de vacunación, con la ilusión de que, una vez pasado este procedimiento, y gran parte de la población inmunizada, vamos a poder retornar a la normalidad, recuperando trabajos, comercio, etc. Pero resulta que las propias autoridades y expertos han señalado que, con la vacuna, no se asegura que no puedas contagiarte y contagiar a otros. Por lo que me surgen nuevas dudas en torno a todo lo que ocurre actualmente.
Busqué información acerca del proceso de validación de las vacunas, las que tienen y cuentan con protocolos de investigación bastante exhaustivos y prolongados, puesto que no es llegar y crearla.
La bibliografía revisada, dio cuenta que este proceso de elaboración tiene un tiempo estimado de 15 años de investigación y trabajo de laboratorio y de campo. Estableciéndose 6 fases que debe ir superando el estudio, para luego ser validada y entregada a la comunidad.
Aquí surgen más preguntas, ya que el SARSCOV 2apareció en escena en noviembre del 2019, y llevamos tan sólo un año y algo, de supuesta investigación, con análisis de laboratorio y estudio de campo, lo que contraviene a lo que se ha estipulado en el tiempo de análisis de una vacuna.
Debido efectivamente a este corto tiempo, y también argumentado que esta rapidez, se debe a la urgencia y la necesidad de encontrar una cura, se encuentra otra justificación, ya que este “amiguito”, tiene un hermano mayor, que es el SARS del 2002, y donde – me imagino- se pudo conseguir muestras para su estudio, aislación, etc.
Pero la actual vacuna que se está suministrando en la población, queriéndose alcanzar al 80% de ésta, es una que está en FASE 3 de su proceso de validación, donde se explica que debe hacerse estudios clínicos con grupos de decenas de miles de personas, ya que aún no se ha logrado determinar los posibles efectos colaterales, puesto que, en testeos de grupos menores, no se logra determinar la existencia de estos.
El ISP permitió, luego del anuncio del gobierno de comprar las dosis, que con urgencia se debe aprobar la importación de estas, debido a la crisis sanitaria que existe en el país, con miles de contagiados (812mil). Quiero detenerme un poquito en este punto, ya que, al momento de escribir esta columna, revise las estadísticas que señalan el número de contagios, indicándome la cifra está líneas arriba. El punto es que esa misma página había sido revisada con anterioridad y en varias ocasiones, y las cifras de contagio superaban las 960 mil. Eso fue algo raro.
Continuando, el número de personas que han sufrido, padecido, sintomáticos y asintomáticos, no alcanza a superar 4,5% de la población, de los cuales sólo un 0,1% ha fallecido.
Si el gran número de personas que viven en esta tierra, han podido sortear esta enfermedad, ¿es necesario que gran parte de la población tenga que vacunarse? Cuando he hecho esta pregunta a autoridades de salud, la respuesta ha sido en varias oportunidades, que se debe a que con la vacuna el virus se vuelve menos mortal. Pero si se ha muerto un 0,1%, y que está dentro de las estadísticas anuales – y ojo, no pasa por ser frío y desconsiderado con las familias que ha sufrido la pérdida de un ser querido- para que tanto gasto, tantas restricciones, prohibiciones y milicos por las calles.
Creo que es necesario hacerse preguntas acerca del momento en que estamos, donde se le agradece la gestión a un gobierno, por traer la “cura” de esta enfermedad, sabiendo que ha hecho lo que ha querido para perpetuar su poder económico. Y eso está demás explicarlo, ya que conocidos son los casos de cuando ocupo información privilegiada, y ahora, hace poquito, el caso de la triangulación de las AFP.
Quienes están ahí, arriba de nosotros, puestos ilusoriamente por la ciudadanía, no están para jugar en favor del pueblo, o de respetar su soberanía. Están para perpetuarse en el poder, por ende, si en muchas otras ocasiones han utilizado todos los mecanismos legales para “cagarse” a la gente, y reírse en sus caras, por qué motivo no lo podrían hacer esta vez.
Digo esto, ya que las vacunas que se están distribuyendo son experimentales y se están aplicando a diestra y siniestra, sin saber cuáles van a ser los efectos que pueden manifestarse. Los cuales pueden tardar años en aparecer. Sumado a esto, ¿el gobierno asumirá algún grado de responsabilidad si todo esto sale mal?.
Se nos dice que es voluntario, pero como el miedo está ramificado en todos lados, ya se está marcando como tendencia, que será requisito para algunas actividades, lo que obliga de manera tácita, a todos a vacunarse.
Pregúntese, investigue, no se quede con lo primero que le dicen. Contraste la información con amigos, con gente entendida del tema. Y no se trata de quitarle la jeringa al “poto”, si no que tener la prudencia de saber que estás haciendo.