Columna de Opinión.

Por Miguel Arana Abarca Profesor y Editor Revista Revelarte

El pasado 07 de noviembre, díganme ustedes lectoras y lectores somnolientos, sino vivimos un verdadero “de déjà vu”, que cada cierto tiempo al parecer nos regala generosamente la clase política nacional y otros seres que por ahí pululan.

Recordaremos, a fuego cada personaje tristemente célebre, que en el afán y/o búsqueda de su minuto de gloria, golpean nuestros sentidos y capacidad de asombro con frases rimbombantes y grandilocuentes, que al final del día terminan cayendo estrepitosamente junto con quienes las emiten en la trampa de arena mediática de los medios de comunicación y de las redes sociales. Como olvidar “la retroexcavadora”, “la superioridad moral”, el clásico “estamos en guerra” y como si fuera poco, la guinda de la torta, el coprolálico título de esta columna.

Pero detengámonos seriamente en el fondo y olvidemos las anécdotas de la forma, hoy resuena de manera inevitable en el imaginario colectivo, un chillido mensaje, que nos preocupa y ocupa, no precisamente por la trascendencia de su contenido, sino por el evidente sesgo discriminatorio, que conllevan palabras especialmente escogidas para la ocasión. La ex asesora legislativa, cara visible de la Convención Constitucional, que no logró recordar su nombre, fenómeno electoral, como la calificaron algunos analistas de la política criolla, se ha develado “mostrando la hilacha”, pero no es cualquier hilacha, ya que seguramente nada de aquel discurso de culminación del proceso en desarrollo fue azaroso, cada cita, cada palabra fue escogida cuidadosamente intentando establecer “su verdad”. Al respecto, nada nuevo, pues, mucho antes Marx y luego más contemporáneamente, Humberto Giannini la tenían clarísima: “Las palabras han construido realidad, antes, ahora y siempre”.

Esta estrella advenediza y promisoria en la escena política local, nos remontó al pasado, en sus desvelos por trascender, específicamente nos llevó casi dos siglos atrás, citando un texto, seguramente rebuscado por decir lo menos, extraído con pinzas del diario La Bandera Tricolor, que publicaba: “Ya llegó el día suspirado en que van a realizarse las esperanzas de los verdaderos chilenos…” (Publicado en 1831).

Pero veamos debajo del agua: ¿Cuál sería la estructura profunda de sus dichos? Acaso no es al menos sospechosamente extraño, que tan recurrentemente solo aluda a ciertos chilenos en sus primeras palabras. ¿Por qué esta exclusión antojadiza?

Por tú dios niña, en que pensabas, justo en el momento en que tenías todas las cámaras, micrófonos y al país expectante. Nos sorprendiste,  recurriendo a estas añejas disquisiciones, que respondían a un contexto particularmente caótico y adverso.  Acaso no era la hora precisa de lucirte, pasando imperecederamente a la historia “republicana”, enarbolando las banderas de la unidad nacional, del espíritu democrático, y de la generosidad elemental para alcanzar los acuerdos donde convergen las voluntades para una necesaria y urgente nueva constitución de chilenas y chilenos sin distingo alguno.

Hoy analistas varios, hablan profusamente, de la fatiga constitucional, ya nadie quiere saber más del tema en cuestión, repiten una y otra vez, las y los pseudovoceros autoproclamados de la ciudadanía: “Este proceso hastía a la gente”. Pero, intentemos ser rigurosos ¿A quiénes aburre? Será acaso ¿A los “verdaderos chilenos”? Serán esos que prefieren la dictadura y el orden, donde no hay libertad de información, ni menos participación ciudadana alguna.

Digan la verdad: Son las y los mismos de siempre, quienes producto de la revuelta social, vieron amenazados sus pequeños y grandes intereses, sus parcelas y/o cuotas a la baja de un efímero poder, que cada cierto tiempo se diluye cuando la aguja de los apoyos electorales, oscilantemente caprichosa, va y viene, cual péndulo entre uno y otro extremo de bandos cada vez más difusos y líquidos. Son precisamente, ellas y ellos, quienes se muestran aferrados a las nostalgias de la Constitución del 80 y sus privilegios asegurados, a todo evento,  por más de cuatro décadas.

Finalmente, en todo este proceso de palabras, palabritas y palabrotas, borradores, ejercicios electorales fallidos, lo más valioso ha sido el aprendizaje del pueblo de Chile. Hoy ya sabemos a ciencia cierta, como el poder constituyente originario es marginado de las decisiones y procedimientos institucionales. Si hablamos de agotamiento, entonces demos cuenta del proceso, que dice relación con las recurrentes prácticas de la vieja política paternalista y autoritaria, que a veces se viste de Demócrata para captar apoyos electorales circunstanciales.

Querida, cómo es que te llamas, mmm… bueno da lo mismo. Nadie está cansado del proceso propiamente tal, nuestro agotamiento dice relación con un modelo Neoliberal Brutal, que despliega todas sus artimañas, todos sus recursos para impedir el pronunciamiento del pueblo soberano, que hace rato exige una Asamblea Constituyente a la chilena, es decir la que seamos capaces de darnos, convocando a todos y todas sin exclusiones de ninguna naturaleza.

Por cierto, mi subjetividad está interpretada nítidamente en la imagen facilitada para este artículo de opinión por el fotógrafo osornino Raúl Snow, donde captó magistralmente como chilenos y chilenas se organizaron solidariamente en “brigadas de rescate” dando cara a la represión durante la pasada revuelta popular con fines completamente humanitarios, aquí sí están… estos son mis verdaderos valientes chilenos y chilenas.